Los mecanismos del mercado inducen a que los consumos sean
cada vez más insostenibles. La suma de productos que genera el
capital industrial incluye vestidos, casas, automóviles, lavadoras,
relojes, juguetes, estufas, etc. Asimismo a los recursos necesarios para
obtener ese consumo final (maquinaria industrial, medio de transporte, etc.)
se agregan los recursos agrícolas (maquinaría de recolección o tratamiento,
infraestructura de riego, etc.) y los recursos utilizados en los servicios
(edificios y equipamientos educativos, financieros, sanitarios, comerciales,
etc.
Todo lo anterior se enmarca
dentro del principio de la obsolescencia planificada, que se explica como el
proceso por el cual un producto se diseña con el propósito de que se vuelva
obsoleto en el menor tiempo posible y el consumidor deba comprar otro en
ese tiempo breve.
A la par, la maquinaria
publicitaria se pone en marcha para crear en el consumidor la necesidad de
tener el último modelo, aunque sus nuevas características sean, en la
mayoría de las ocasiones, superfluas.
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